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viernes, 2 de noviembre de 2012

Una Vida De Fantasía.



Christopher Paolini tiene 28 años, cara de no haber roto un plato en su vida y, con permiso de George R. R. Martin y Suzanne Collins, una de las cuentas corrientes más abultadas del género fantástico. No en vano, hablamos del autor de la tetralogía fantástica «Eragon», algo así como «El señor de los anillos» del siglo XXI y saga juvenil con la que Paolini, un joven criado en las montañas de Montana y educado en casa por sus propios padres, se ha convertido en uno de los fenómenos editoriales más llamativos y rentables de la literatura juvenil. Suyo es el récord de precocidad —escribió la primera entrega de «Eragon» con apenas 15 años— y suya es también la nada desdeñable marca de haber colocado 35 millones de ejemplares de sus novelas en todo el mundo. Elfos, enanos, dragones y Señores del Mal, alineados de nuevo junto al éxito masivo y, como señala el propio autor, trazando nuevos caminos para explicar los grandes temas de la Humanidad.

«Si quieres explorar un tema como la codicia en una novela realista, probablemente tendrás que escribir sobre Wall Street, banqueros y cosas, pero en fantasía puedes tener un anillo mágico que concede deseos a los personajes, y tienes “El anillo del Nibelungo” de Wagner. Y si quieres explorar la maldad, lo que tienes es “El señor de los anillos”», explica Paolini desde un hotel de Barcelona, adonde ha llegado para promocionar «Legado» (Roca Editorial, 700 páginas), cuarta y última entrega de la saga protagonizada por Eragon y la dragona Saphira.

El final de una era y, según Paolini, el comienzo de una nueva vida como escritor. Porque, pese a que no descarta reencontrarse con «Eragon» en el futuro, el autor estadounidense se dispone a abrir una nueva etapa para dar rienda suelta a lo que se antoja como una asombrosa hiperactividad. «Ahora mismo ya tengo unos veinte o treinta libros pensados y estructurados. Estoy casi seguro de que lo próximo que haré será algo de ciencia ficción», avanza mientras garabatea en un papel el dibujo de unas montañas parecidas a las que debía de contemplar desde el Paradise Valley de Montana en el que se crió.

Montañas que vieron cómo «Eragon» viajaba de la imaginación al papel para convertirse en una saga millonaria y, pese a todo, familiar. Y es que la primera edición del libro, más cotizada hoy en día que la de «El hobbit» de J. R. R. Tolkien, no solo nació gracias a la inversión de todos los ahorros de los padres de Paolini, sino que abrió la puerta a una suerte de factoría que emplea a los progenitores del joven escritor y a su hermana, quien diseñó la portada del primer «Eragon».

Y luego está, claro, Christopher, niño prodigio de las letras estadounidenses capaz de conquistar la lista de los más vendidos del «New York Times» con apenas 19 años. Un autor autodidacta y entusiasta de E. R. Eddison y Patrick Rottfuss que empezó promocionando su primera novela en más de un centenar de escuelas y librerías y ha acabado por codearse con estrellas como Jeremy Irons, John Malkovich y Robert Caliley en el estreno cinematográfico de «Eragon» (2006), primera y de momento única adaptación cinematográfica de las hazañas del Jinete de Dragón.

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