A los doce años, George R. R.
Martin vendía a los amigos de su manzana historias de monstruos que inventaba
en su casa y redactaba a golpe de bolígrafo. A los 21 comenzó su carrera de
escritor de novelas fantásticas y de ciencia ficción. Durante una década, se
reconvirtió en guionista y productor en Hollywood. Pero en 1991 concibió el
conjunto de novelones englobados bajo el epígrafe Canción de hielo y
fuego, compuesto de siete volúmenes de unas 1.000 páginas cada uno de los
que ya ha acabado cinco.
Recrea minuciosamente el mundo
inventado en esa saga en el que hay muros de hielo erigidos para contener a
figuras fantasmales que vagan por la nieve, muchos reyes y pocos tronos,
batallas medievales, crías de dragón y una descarnada lucha por el poder.
Una mezcla de Los Soprano y El
Rey Lear, de Shakespeare. Su creador, nacido en New Jersey en 1948, tocado
con su eterna gorra de capitán de barco, se encuentra promocionando sus libros
y la serie en un hotel de Lisboa. El revuelo de cámaras y su agenda de ministro
indican que ha alcanzado el rango de escritor-estrella, de ventas millonarias.
Pero él se comporta como lo que es: un tipo amable, inteligente, bonachón y
simpático que hace lo que más le gusta desde los doce años.
Pregunta. ¿Algún día
imaginó un éxito así?
Respuesta. No, claro
que no. Uno sueña con eso: tener muchos lectores, vender muchos libros. En mi
caso, no siempre fue así: yo tuve éxitos pero también fracasos. Así que sé
apreciar y agradecer lo que me ocurre ahora. Muchos me comparan con Tolkien, lo
que es un gran honor.
P. ¿Y está de
acuerdo?
R. No somos lo mismo,
venimos de universos diferentes. Tolkien fue un hombre del siglo XIX, un
estudioso, un famoso profesor universitario experto en inglés antiguo,
enamorado de Inglaterra. Y eso se refleja en sus libros: las pequeñas ciudades,
los arroyos, los árboles, el paisaje. A mí me parece maravilloso, pero yo
provengo de otro sitio: pertenezco a la primera generación del baby
boom, crecí en un entorno de clase trabajadora, mi padre era estibador y en
los paisajes de mi infancia no hay nada rural.
P. ¿Y qué tienen sus
libros para que se vendan tanto?
R. No lo sé. Si
tuviera un secreto, lo habría puesto en práctica antes, créame. Supongo que
encierran una buena historia, con un mundo propio poblado por personajes
interesantes de los que la gente quiere saber más y más. Pero he hecho lo mismo
en otros libros que han fracasado. Uno nunca sabe.
P. ¿Cómo tuvo la idea
de esta saga?
R. Corría 1991, yo
estaba en Hollywood, trabajando de guionista. Pero la serie se canceló, volví a
Nuevo México, que es donde vivo, y decidí concentrarme en la escritura de una
novela de ciencia ficción en la que había pensado mucho. En eso estaba, llevaba
cuarenta páginas cuando se me apareció la idea del primer capítulo de Juego
de tronos. Era algo muy atrayente, así que dejé la novela y en tres días
tenía el primer capítulo. Un capítulo llevó al otro y hasta ahora.
P. ¿Por qué tanta
obsesión con el poder?
R. Es algo
fascinante. Tal vez porque es un deseo universal que todos tenemos. En todas
las sociedades y en todo tipo de sociedades. Yo di clases durante algunos años
en Iowa y presencié grandes luchas por el poder, por ver quién se convertía en
el presidente de nuestro departamento.
P. ¿Por qué eligió
para llevar a la pantalla su historia una serie de televisión?
R. Cuando el libro
comenzó a venderse mucho llegaron las ofertas de Hollywood. Pero el cine nunca
me convenció. Por una razón: la saga es demasiado larga. El Señor de
los anillos se compone de tres libros que se reflejaron en tres
películas. Y aún así, hubo que dejar cosas fuera. Cualquiera de mis libros de
esta saga es más grande que El Señor de los anillos. ¿Cuántas
películas habría que hacer? ¿Tres? ¿Cuatro? ¿27? Así que llegué a la conclusión
de que solo podría convertirse en una serie de televisión y la cadena ideal era
HBO, que tiene unos niveles de calidad extraordinarios y que ha hecho las
mejores series de televisión: Roma, Los Soprano, y The
Wire, entre otras.
P. ¿Cuál fue su grado
de implicación en la serie?
R. No tenía la última
palabra. Pero me impliqué mucho. En el casting, por ejemplo.
Además, hago un guion por temporada.
P. ¿Siempre escribió
ciencia ficción o novelas fantásticas?
R. Siempre, desde que
era pequeño. Ciencia ficción, mundos imaginarios, monstruos. Siempre me
atrajeron las cosas raras, desde que era pequeño.
P. ¿Ahora está
escribiendo el sexto volumen de la saga?
R. Sí. En total van a
ser siete. Al menos, ese es el plan.
P. ¿Y la serie
seguirá a los siete libros?
R. Eso espero. Pero
esto es televisión. Nadie sabe lo que va a ocurrir, cuándo te van a cancelar un
contrato. La serie se vende muy bien. Si todo esto continúa así, creo que
tenemos un gran futuro por delante en la serie, diez u once temporadas. Pero
repito: en televisión no se puede dar nada por seguro.
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